Pablo Flórez, con sabor a porro: Una sonrisa con sabor a porro y a inocencia.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Una sonrisa con sabor a porro y a inocencia.

Una sonrisa limpia y sincera que refleja los sentimientos guardados en un noble corazón.

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Sabor a porro

En Ciénaga de Oro
la vida sabe a porro,
las mujeres huelen a fandango
y la aurora es anunciada por un palitiao.
Por sus calles polvorientas,
por donde caminó y bailó
María Varilla,
caminó lento, pero muy seguro,
el viejo Pablo.
Abarcas tres puntá, sombrero sabanero,
pantalón caqui, camisa blanca
y nudo en el pañuelo apretado de plata.
Pablo, hechicero del pentagrama,
amante empedernido de las vitrolas
el que siempre esperó a la aventurera,
esa que no sabía que él todavía la quería.
Pablo, gallo fino de espuela recta,
toro bravo de corraleja,
el que le puso sabor al porro
y curó las heridas de la cumbia.

Los sabores del porro

Mi porro me sabe a todo
lo bueno de mi región
me sabe a caña me sabe a toro
me sabe a fiesta me sabe a ron
Me sabe a piña me sabe a mango
me sabe a leche esperá en corrá
me sabe a china esparascá en fandango
y ají con huevos en machucá
CORO I
Mi porro me sabe
a bollo poloco
esmigao en celele
y a minguí con coco (bis)
Me sabe a queso bien amasao
con panela e' coco de Colomboy
también me sabe a viuda e' pescao
con calsón ripiao bajo un ranchón
Mi porro me sabe a frutas
a mamei patilla o tajá e' melón
también me sabe a yuca harinosa azá
mojá en asiento de chicharrón
CORO II
A totuma e' guarapo
con hielo y limón
bajo un higo sato
sentao en un cajón (bis)

Los sabores del porro

La Aventurera

Hace tiempo que ha salido de mi tierra

una mujer aventurera y no se sabe dónde está.

Se ha perdido por todas las carreteras,

de todas las provincias, pueblos y ciudad.

Esta mujer tiene cara de ser buena

porque así lo ha demostrado

y he presenciado yo,

una vez que se fue pa´ Cartagena,

supo que me moría y enseguida regresó.

Si supiera que la quiero

volvería por esta tierra,

al pueblo Ciénaga de Oro,

donde tiene quien la quiera.

La última vez que la pude ver de cerca

fue en el puerto ´e Montería

y enseguida se embarcó,

iba rumbo directico pa´ Tierra Alta

muchas veces le escribí, jamás me contestó.

¡Ay! Voy a ir a la fiesta ´el Caramelo

- donde dicen que es preciso sale aventurar –

para de nuevo decirle que la quiero,

conquistármela de necio y poderla regresar.

Si supiera que la quiero

volvería por esta tierra,

al pueblo Ciénaga de Oro,

donde tiene quien la quiera.

La paloma

Canta la paloma, canta en la montaña,

canta la paloma, canta en la montaña

y el sol se asoma, frente a mi cabaña,

y el sol se asoma frente a mi cabaña.

Ya lo vez paloma, cosas de la vida,

que no hay gavilán que te cause herida.

El potro relincha, y está enamorao,

el potro relincha, y está enamorao

y la potranca arisca, se vuela el vallao

y la potranca arisca, se vuela el vallao.

Ya lo vez paloma, cosas de la vida,

que no hay gavilán que te cause herida.

Canta la paloma, canta en la montaña...

Ya lo vez paloma, cosas de la vida,

que no hay gavilán que te cause herida.

Lloró Pelayo

¿No sé por qué lloró Pelayo?,

si yo gané por lo buen gallo.

"Tres clarinetes", lindo fandango,

le puso el pie en el jurado.

¡Qué es lo que espera

hembra sinuana!

prendan las velas

me muero ´e ganas.

La "Diecinueve"

con sus trompetas,

la plaza mueve,

siga la fiesta.

A William Fortich y el doctor Guido,

yo me ofrecí y no fui admitido,

siéndolo yo puro sinuano,

y mi folclor voy pregonando.

¡Qué es lo que espera

hembra sinuana!

prendan las velas

me muero ´e ganas.

La "Diecinueve"

con sus trompetas,

la plaza mueve,

siga la fiesta.

La cumbia del totumito

Recuerdo de tiempos viejos
cuando María Trinidad,
baile ´e macho con sombrero
nos cantaba en navidad.
¡Ay! Marucho el tambolero
con hazañas embrujá,
al tambó ponía un pañuelo
y entonces sonaba más.

¡Ay! toditos con franela
con la pata arregazá,
tomaban tinto ´e panela
y no botaban la mascá.

A la plaza el Totumito,
Andrés Cabadía se iba a cantá,
y el Tota agarraba el pito
e Ines Sota iba a bailá.
Ya esos tiempos se acabaron,
hoy la fiesta es pa´ peliá,
a José Antonio lo enterramos
de Brisca no sale más,
a José Antonio lo enterramos
su guache no suena más.

¡Ay! toditos con franela
con la pata arregazá,
tomaban tinto ´e panela
y no botaban la mascá.

El cuerpo de Pablo era ‘Maltrecho’, como el mismo lo decía. Pero esto no le acomplejó, antes por el contrario, le sacaba punta a la cosa. Siempre contaba la anécdota de una tarde que llegó a una cantina y se sentó en la barra. De inmediato le pidió un trago al cantinero. Cuando se tomó su trago, sacudió la cabeza y dijo: “Carajo, este trago me ha descompuesto el cuerpo”, a lo que el cantinero le respondió: “Déjese de pendejá, cuando usted llegó aquí ya estaba torcío”.

"Él fue supremamente importante en el inicio de mi carrera, marcó el camino que debía seguir como reina del porro. De hecho, fue una de las personas que dijo: "Aglaé, tú eres la reina del porro y debes seguir mostrando nuestra música, yo te voy a entregar mis canciones y enseñar cómo se cantan".

No se ha ido un gran juglar, al contrario, hoy nace la leyenda y empieza a salir a flote este legado que nos ha dejado el maestro Pablo Flórez. Es el compromiso de todos los que trabajamos por su música, no dejar morir ese legado". - Aglaé Caraballo -

"Estuvimos muchísimas veces juntos, lo admiré bastante como compositor, fuimos muy amigos y he sentido muchísimo su fallecimiento. Cuando yo iba a su casa en Ciénaga de Oro, me hacía bromas, le decía a su señora: "Mira si la vecina se descuida para coger una gallina y hacerle un sancocho a Noel". Cuando me casé en Cereté, él estuvo allá, cantó y me dedicó canciones. También iba a la finca, yo lo invitaba, iba con Marquitos, su hijo. Que Dios lo tenga en su santo reino". - Noel Petro -

"Lo conocí por el disco que grabamos con Alé Kumá, del que fui coproductora. Allí fue como una relación de padre a hija, empezó a enseñarme todo sobre la música cordobesa y contarme historias. Desde ese momento yo iba todas las vacaciones a hablar con él, porque era muy buen conversador. Me corregía, me regañaba, me enseñaba a coger su cadencia.

La última vez que lo vi fue hace seis meses. Cuando viajaba a la Costa, mi paso obligado era Ciénaga de Oro a visitar a Pablito. Siempre estaba cerca a la niña Marce, sin camisa. Apenas llegaba, le echaba un grito de vaquería, le decía: "eh, Pablito Flórez", él ya sabía que era yo y se alegraba". - María Mulata -

"Recibí la noticia con mucho pesar, porque para mí el maestro Pablo Flórez era el Escalona de la sabana. Yo soy fanático de su música, le grabé esa hermosa canción Los sabores del porro. Era un hombre jovial, jocoso, siempre con una sonrisa en sus labios y pícaro.

Tuve la oportunidad de visitarlo en dos o tres ocasiones en Ciénaga de Oro. Estábamos pendientes de buscar una canción, quería volver a grabarle, esta vez El hombre aquel. Eso quedó sobre el tintero". - Iván Villazón -